En la Madrugada del 14 de septiembre de 1956, ocurrió en San Jacinto la histórica batalla que derrotó una vez más al Yanqui invasor, que desde hacía varios días se habían instalado en las haciendas de Tipitapa, Managua, para robar las tierras al campesinado de la zona
Estos acontecimientos en los que 160 efectivos de las fuerzas patriotas del Ejército del Septentrión (de los cuales 60 eran flecheros indígenas de Yucul, departamento de Matagalpa), encabezados por el coronel José Dolores Estrada Vado derrotaron a 300 filibusteros enviados por el estadounidense William Walker, comandados por Byron Cole, quien murió 2 días después (el 16 de septiembre) en la hacienda “San Idelfonso”.
Los combatientes habían realizado trincheras o puntos de combate para defender la casa y sus alrededores, separando sus batallones en tres frentes, compuesta por 50 soldados cada una, era Estrada quien dirigía y unificaba las operaciones, ubicadas en los corredores de la hacienda al lado norte, sur y oriente.
Inmediatamente se ubicaron en sus puntos, mientras que los filibusteros auxiliados por la neblina espesa se acercaron hasta pocos metros de las defensas patriotas, con orden de no disparar, hasta estar a boca de jarro. Por coincidencia los soldados nicaragüenses habían recibido el mismo mandato, por la escasez del parque, así que la primera descarga de el primer encuentro fue tremendamente mortífera.
Después de las primeras horas, los combates se hicieron cada vez más fuertes y sangrientos, imponiéndose la lucha cuerpo a cuerpo; a las 9 de la mañana las fuerzas filibusteras lograron romper la defensa del franco izquierdo (el corral de madera) ya que sus columnas se unieron al haber comprendido la imposibilidad de tomar en un ataque frontal el corral de piedra y la casa hacienda, ante ello el coronel Estrada maniobró con las tropas y los oficiales Miguel Vélez, Alejandro Eva y Adán Solís para reforzar esta posición.
Más allá de las muertes, es meritorio recordar que este combate es la única batalla en el mundo que se ha ganado por el uso de una estampida de caballos, pues el ataque a retaguardia ordenado por Estrada causó un tropel de potros que provocó la huida de los filibusteros al creer que llegaban refuerzos para los nicaragüenses.
Además, también se destaca una escena en donde el Sargento Primero Andrés Castro, derriba de una pedrada mortal a un filibustero Yanqui, lo que provocó que fuera reconocido por su estrategia e ingenio.
La Batalla de San Jacinto trascendió a toda Nicaragua y a toda Centroamericana “porque se demostró aquí que el yanqui no era invencible, se demostró aquí que se le podía derrotar, la derrota del yanqui aquí en San Jacinto significó inmediatamente fortalecer la moral de los combatientes nicaragüenses, de los combatientes costarricenses, salvadoreños, hondureños y guatemaltecos, todos a luchar con mayor empuje en los diferentes frentes de batalla”.