Cada 17 de julio, Nicaragua se viste de fiesta y se llena de júbilo para conmemorar el Día de la Alegría; esta fecha, mucho más que una mera festividad, encierra un profundo significado histórico y cultural que ha dejado una huella imborrable en la memoria de los nicaragüenses.
En esta jornada, la nación celebra no solo un evento del pasado, sino un triunfo del espíritu y la determinación de su gente, estrechamente ligada a la lucha por la libertad y la justicia, tras la huida del tirano dictador Anastasio Somoza Debayle, un acontecimiento que significó el fin de una era de represión y el inicio de un nuevo capítulo para el país.
La partida de Somoza no fue simplemente la caída de un régimen; fue la victoria de un pueblo que, tras años de resistencia y sacrificio, bajo los ideales de Benjamín, Sandino, Carlos y todos los héroes y mártires de la revolución, logró derrocar a una dictadura que había gobernado a favor de la intervención estadounidense con mano de hierro durante más de cuatro décadas.
El régimen de Somoza se caracterizó por la represión, la corrupción y la explotación, utilizando a la genocida Guardia Nacional para suprimir cualquier oposición, pese a esto, el pueblo se levantó en armas contra este régimen despótico, lucha liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), un movimiento revolucionario que, a través de una combinación de resistencia armada y movilización popular, logró derrocar a la dictadura.
Y es así, que esta fecha, se recuerda como el fin de la tiranía Somocista, por esto, el 17 de julio las calles se llenan de música, danzas y actividades culturales, celebrando y destacando la lucha por la libertad, la igualdad, la justicia y la democracia, así mismo, un homenaje a todos aquellos que sacrificaron sus vidas por las victorias revolucionarias.