Hoy, 11 de septiembre, nos detenemos en la memoria para honrar el 51 aniversario del paso a la inmortalidad de un ícono indiscutible de la revolución latinoamericana: Salvador Guillermo Allende Gossens, nombre que resuena con fuerza en la historia, no solo como un líder político, sino como un símbolo de esperanza y lucha por la justicia social en un continente marcado por la búsqueda de un futuro mejor.
Salvador Allende nació el 26 de junio de 1908 en Santiago de Chile, en el seno de una familia de clase media que se distinguía por su arraigado compromiso con la educación y los valores sociales. Sus padres, Salvador Allende Castro y Laura Gossens Uribe, le inculcaron desde temprano una profunda sensibilidad hacia las injusticias que aquejaban a los más desfavorecidos.
Este profundo sentido de responsabilidad social no solo formaría el núcleo del carácter de Salvador Allende, sino que también sería el motor que impulsaría cada uno de sus pasos, tanto en su vida personal como en su trayectoria política, demostrando una sensibilidad única hacia las injusticias sociales que lo rodeaban, lo que lo llevó a abrazar una causa mayor: la lucha incansable por los derechos de los marginados y la construcción de una sociedad más equitativa.
Durante su etapa universitaria, Allende no solo destacó académicamente, sino también como un líder estudiantil, siendo elegido presidente del Centro de Estudiantes de Medicina y de la Federación de Estudiantes, roles desde los cuales defendió con pasión los derechos de sus compañeros y se mostró firme en su lucha por una educación más justa e inclusiva.
En 1933, Allende se graduó como médico cirujano, habiendo sobresalido por el contenido investigativo de su tesis titulada «Higiene mental y delincuencia», en la que abordaba la relación entre la salud mental y el comportamiento delictivo, demostrando una visión progresista para su época.
Poco después, ese mismo año, se funda el Partido Socialista de Chile, y Allende, con apenas 25 años, se alzó como uno de sus jóvenes líderes, asumiendo el cargo de secretario regional, gracias a su energía revolucionaria y su convicción en la lucha por la justicia social, siendo este el primer paso en su carrera política que lo empezó a delinear al hombre, que, con el tiempo, sería reconocido como un referente histórico en toda Latinoamérica, tanto por su liderazgo visionario como por su compromiso inquebrantable con las causas populares.
Antes de cumplir los 30 años, fue elegido diputado por Valparaíso y Quillota, teniendo una participación fue clave en la fundación del Frente Popular, una alianza de fuerzas progresistas que buscaba transformar el país, y como reconocimiento a su liderazgo, fue nombrado Ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social, donde impulsó reformas esenciales para mejorar la vida de los sectores más vulnerables de la sociedad.
En 1945, fue elegido senador, cargo que ocupó durante 25 años, hasta 1970, siendo una de las voces más influyentes en la política chilena. Allende se postuló a la presidencia de la República en cuatro ocasiones, representando una coalición que unía a los partidos socialista y comunista, hasta que finalmente, el 3 de septiembre de 1970, fue electo presidente con el mayor porcentaje de votos, marcando un hito en la historia de Chile al ser el primer presidente marxista en llegar al poder a través de elecciones democráticas.
Sin embargo, aquellos que temían el cambio y preferían preservar un sistema de privilegios y opresión, recurrieron a la violencia brutal para derrocarlo, y es así como, en una acción despiadada, el 11 de septiembre de 1973 paso a la inmortalidad; golpe orquestado y respaldado por intereses avaros y autoritarios, que además de poner fin a su vida, acabaron con un mandado democrático que había capturado la atención y el respeto del mundo.
Sandino y Allende Contra la Injerencia Imperialista
El General Augusto C. Sandino compartía con Allende la creencia de que la soberanía de un pueblo no era negociable, sino un derecho que debía defenderse con valentía, incluso si eso significaba empuñar las armas, entendiendo que la independencia y la dignidad de sus respectivas naciones no podían ceder ante las intervenciones extranjeras y los intereses imperialistas que intentaban socavar la paz y el progreso.
Ambos líderes, aunque en contextos históricos distintos, lucharon valientemente contra fuerzas externas que intentaban imponer su dominio y explotar los recursos de sus países, compartiendo una profunda comprensión de que la soberanía nacional y el bienestar de sus pueblos estaban en riesgo debido a las agresiones y manipulaciones extranjera.
Sandino, luchó contra la ocupación militar estadounidense, resistiendo a un régimen imperialista que buscaba no solo controlar el país, sino también monopolizar sus recursos naturales y mantener en pobreza a la población. De igual forma, Allende enfrentó presiones similares en Chile, solo por tener un gobierno, orientado hacia la reforma social y económica.
Hoy, los ideales de estos dos valientes hombres perviven en el alma de los pueblos latinoamericanos, por su legado de resistencia, amor por la patria y lucha por la autodeterminación, que siguen siendo una fuente de inspiración para la defensa de la identidad, la soberanía, la dignidad y la justicia social.