La mujer indígena como ejemplo de lucha, resiliencia y cultura ancestral

Hoy, 5 de septiembre, conmemoramos el Día Internacional de la Mujer Indígena, una fecha que honra la fortaleza, la resistencia y el legado de las mujeres indígenas en todo el mundo, recordando su incansable lucha por la preservación de sus culturas, el respeto a sus derechos y su invaluable contribución al bienestar social, económico y cultural.

A lo largo de los siglos, las mujeres indígenas han enfrentado innumerables desafíos que han amenazado tanto su existencia como la de sus comunidades, desde la colonización y la explotación hasta la discriminación y marginación. Sin embargo, a pesar de estas adversidades, ellas han emergido como guardianas de una sabiduría ancestral invaluable.

Estas mujeres no solo han protegido el espacio físico de sus comunidades, sino también los elementos culturales y espirituales que definen la identidad indígena, desempeñado un papel central en la transmisión intergeneracional de conocimientos, costumbres y prácticas que sustentan la riqueza cultural de sus pueblos.

A través de ellas, las lenguas indígenas, muchas de ellas en peligro de extinción, se mantienen vivas, al igual que las tradiciones orales, los mitos, las ceremonias y las formas de organización social que reflejan una visión del mundo donde la naturaleza, el ser humano y lo espiritual están profundamente entrelazados.

La Revolución y el Reconocimiento de los Derechos Indígenas

Gracias a la lucha inclaudicable y abnegada de nuestros Héroes y Mártires de la Revolución, desde el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, presidido por el comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo, se ha creado un marco legal donde se reconocen los derechos colectivos de los pueblos indígenas, incluyendo la protección y el respaldo para las mujeres.

En este sentido, la constitución Política de Nicaragua establece en el arto 5, como parte de sus principios fundamentales lo siguiente:

El Estado reconoce la existencia de los pueblos indígenas, que gozan de los derechos, deberes y garantías consignados en la Constitución y en especial los de mantener y desarrollar su identidad y cultura, tener sus propias formas de organización social y administrar sus asuntos locales; así como mantener las formas comunales de propiedad de sus tierras y el goce, uso y disfrute de las mismas, todo de conformidad con la ley. Para las comunidades de la Costa Atlántica se establece el régimen de autonomía en la presente Constitución.

El modelo sandinista ha implementado una serie de programas de desarrollo diseñados específicamente para mejorar las condiciones socioeconómicas de las niñas y mujeres indígenas. Estos programas incluyen acceso a créditos, formación profesional, apoyo a emprendimientos y servicios gratuitos de salud y educación, todo ello con el objetivo de fomentar su bienestar sin que pierdan su identidad cultural.

Asimismo, se les garantiza protección frente a la violencia de género a través de líneas de atención especializadas y campañas de sensibilización, abordadas desde un enfoque intercultural que respeta sus cosmovisiones y estructuras sociales, reconociendo la importancia de su contexto cultural en la búsqueda de soluciones justas y efectivas.